domingo, 20 de diciembre de 2015

HISTORIA DE SANTA LUCÍA, PATRONA DE CILLEROS DE LA BASTIDA

Desde antiguo se le considera protectora de la vista y fue elegida para ser patrona de los ciegos.

 

Santa Lucía, en aquellos tiempos, solamente Lucía, nació en el año 281 (después de Cristo) en Siracusa, una ciudad italiana en la región de la Isla de Sicilia.

Siracusa había sido una ciudad dominada por los griegos que fue reconquistada por los romanos en el año 212 y era considerada la ciudad más importante de la Provincia de Sicilia.

La religión cristiana había llegado a la ciudad de Lucía por boca del Obispo Marciano que había sido enviado por San Pedro. Incluso San Pablo, estuvo en Siracusa tres días en su camino hacia la ciudad de Roma.

Cuando Lucía nació la comunidad cristiana era ya numerosa en la ciudad e incluso ya se habían construido templos y catacumbas donde los cristianos se refugiaban para celebrar sus oraciones y liturgias.

Lucía había nacido en una de las familias más destacadas de la nobleza terrateniente de Siracusa. Su padre murió cuando Lucía tenía cinco años y su madre se llamaba Eutiquia.

Los cristianos de Siracusa y sus alrededores peregrinaban todos los años a la ciudad de Catania para venerar los restos de una mártir cristiana, Santa Águeda, que había muerto en el año 251, durante la persecución de Decio Quintianus, Procónsul Romano en la Región de Sicilia.
La Mártir Águeda era venerada por los cristianos y era conocida por los numerosos milagros que había hecho y que corrían de boca en boca. 
Llamada por esa devoción, Lucía y su madre Eutiquia (enferma desde hacía más de cuarenta años), viajan en peregrinación hasta Catania, el día 5 de febrero del años 301, para rogar por su curación.
En el templo donde se rendía culto a Santa Águeda, Lucía, cansada por el viaje, se quedó dormida y en sus sueños se le apareció Águeda diciéndole: "Lucía, ¿por qué me pides lo que tú misma puedes conceder? Tu fe ha alcanzado gracia y tu madre está curada".
Al despertarse, Lucía le contó a su madre el sueño y Eutiquia descubrió que estaba completamente curada.

Este milagro sirvió para que madre e hija iniciaran una relación mucho más estrecha y decidieron consagrar sus vidas a Dios y sus cuantiosas riquezas a los pobres y a su regreso a Siracusa, madre e hija comenzaron a vender sus bienes y a repartirlos entre los pobres. 
Este hecho fue interpretado por las autoridades romanas como un claro indicio de que Lucía se había hecho cristiana y, un joven que tiempos antes había manifestado su intención de casarse con Lucía, al no ser correspondido, se dejó llevar por su resentimiento y denunció a Lucía ante Pascasio, el Prefecto Romano, que en aquel tiempo gobernaba en Siracusa.
Pascasio mandó apresarla y cuando la comenzó a interrogar, la joven Lucía le dijo: "Usted trata de agradar por todos los medios al Emperador y yo pongo todo lo mejor de mí misma para agradar a Dios. Puede hacer conmigo lo que quiera hacer pero yo me comportaré como me dicte mi espíritu."

El Prefecto Romano ordenó que la atormentaran y Lucía seguía diciendo: "Dios ha dicho que, cuando nos conduzcan ante los reyes y ante los tribunales de los príncipes, no nos preocupemos de lo que diremos o cómo habremos de defendernos, porque en ese momento no seremos nosotros los que hablemos, sino que será el Espíritu Santo el que hable por nosotros".
Pascasio, enfurecido le gritó diciendo: "Te llevaré a un lugar de perdición y así, tu Espiritu Santo se alejará de tí". Vinieron los soldados para llevarse a Lucía pero no pudieron moverla; luego hizo traer bueyes para que tiraran de ella y tampoco lograron moverla del sitio.
El Prefecto Romano, convencido de que Lucía era una bruja, ordenó que la quemaran allí mismo pero las llamas no le causaron daño alguno. Más enfurecido aún, Pascasio, ordenó sacarle los ojos y cortarle la cabeza.
Antes de su decapitación, Lucía habló a la muchedumbre y les anticipó que las persecuciones a los cristianos estaban llegando a su fin y que llegaría la paz para los seguidores de la religión cristiana.

Lucía fue decapitada el día 13 de diciembre del años 304.

El cuerpo de Lucía fue depositado en las Catacumbas de Siracusa y desde entonces se le consideró una Santa Mártir. Su culto se fue extendiendo a otros lugares, de América, África, Europa y España, hasta llegar a Cilleros de la Bastida.
Desde muy antiguo se le considera la protectora de la vista y fue elegida para ser la patrona de los ciegos.

Imagen de Santa Lucía que preside, junto a San Juan, el altar de la Iglesia de Cilleros de la Bastida.

TEXTO: Recopilado de la biografía de Santa Lucía por Emiliano Alonso


sábado, 19 de diciembre de 2015

CILLEROS DE LA BASTIDA HONRA A SU PATRONA, SANTA LUCIA

El pequeño pueblo, asomado a las Quilamas, celebró su fiesta invernal, fiel a la tradición y con un estupendo ambiente. 
 
El fin de semana del 12 y 13 de diciembre de 2015, unas cincuenta personas, entre vecinos, amigos y allegados, de este pequeño pueblo de Salamanca, a las orillas del río Yeltes y asomado a las Quilamas, honraron a su patrona, Santa Lucía, con una fiesta popular que comenzó en la mañana del sábado, día 12, con una solemne misa en honor a la Patrona de los Ciegos.

Terminada la misa, y como es tradición, las mujeres sacaron en procesión a la Santa por las calles de la pequeña localidad.


De regreso, en el altozano junto a la puerta de la Iglesia, y como también es ya tradición, tuvo lugar el Ofertorio, seguido de las danzas de algunas jotas, delante de Santa Lucía.



A continuación, en el Local Social de Cilleros, después de echar unos bailes y saludar a los amigos que, en la mayoría de los casos se ven de año en año, se sirvió un vino y unas tapas para reconfortar el cuerpo.
Posteriormente, se realizó una comida de hermandad, seguida de una sobremesa amenizada por gaitas, dulzainas y tamboriles.
Es importante destacar que esta fiesta de Santa Lucía fue recuperada en Cilleros de la Bastida, hace casi 30 años gracias al empeño de un hijo del pueblo, Ismael Álvarez, que desde muy jovencito aprendió el arte de ser tamborilero en Cilleros; amenizó muchos bailes de "corral y altozano" por muchos pueblos de la zona y, de mayor, enseñó ese arte a muchos jóvenes a través de la Diputación de Salamanca. En esa recuperación de la Fiesta también fueron partícipes otros tamborileros de los pueblos vecinos, entre ellos, José Manuel Bustos (Barbalos de Huebra) y Demetrio García (San Muñoz).
Como se puede apreciar en la foto, ya hay aprendices de tamborilero que desde muy pequeños comienzan a hacer sus pinitos para que la tradición continúe y no desaparezca. ¡¡¡Ánimo, Javier!!!
En la celebración de este año 2015 no ha habido mayordomos pero para el año que viene ya hay personas que se han ofrecido a "cuidar" de la fiesta como la tradición merece. 
 
Y para terminar, queremos citar un texto que, sobre esta celebración, aparece recogido en la Revista Digital "Entresierras" y que dice así: "Los pueblos, sobre todo los más pequeños, tienen en las fiestas de guardar, más allá de la devoción a éste o aquel Santo, una cita con la tradición y, a través de ella, con los vecinos, los amigos y los visitantes. Un reencuentro para reforzar lazos y despertar del frío letargo en el que algunos municipios se sumergen en el largo invierno que, año tras año, regresa a estas tierras. En el caso de Cilleros de La Bastida, pequeña localidad cercana a las Quilamas, se aprovechan estas fechas de mediados de diciembre para rendir devoción a su Santa Lucía, y con su excusa o a su alrededor, hermanarse nuevamente con el pueblo."

Texto: Emiliano Alonso Muñoz.
Fotos: Ana, Riki y Emiliano